“Es muy necesario que la industria vea a la universidad como un socio estratégico en el desarrollo de sus productos y servicios”
Fidel Rodríguez Batalla, director general de la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid (FUAM) y responsable de la Innovación y Transferencia de Tecnología de la UAM, reflexiona sobre la relación universidad y empresa y su evolución en los últimos años. En su análisis, Rodríguez considera necesario que la industria vea a la universidad como un socio estratégico y valora la versatilidad y el esfuerzo de los investigadores como un actor fundamental en la carrera hacia la internacionalización.
¿Cómo ha evolucionado el vínculo universidad-empresa en los últimos años?
Según la Encuesta de Investigación y Transferencia de Conocimiento 2014 de las Universidades Españolas que edita la CRUE, el comportamiento de las universidades en esta materia ha sufrido una desaceleración del retroceso que veníamos experimentando, si bien no es suficiente para compensar la tendencia negativa en la transferencia de conocimiento a las empresas. Según los datos de este informe, estamos saliendo de la crisis sin contar con la innovación basada en los resultados de la investigación como uno de los componentes estratégicos, y con ello, posiblemente, no generando un nuevo modelo de economía productiva robusta y de escala internacional.
¿Considera que la transferencia de conocimiento sigue siendo una asignatura pendiente?
Aunque las actividades de transferencia de tecnología están mejorando sustancialmente en los últimos años, todavía tenemos números pequeños para la dimensión que tiene nuestra producción científica a escala internacional. En este sentido, durante los últimos años nos mantenemos en el umbral de los 500 millones de euros de contratación en proyectos y convenios de I+D con terceros, apoyo técnico, servicios de I+D y cátedras de patrocinio. Cabe destacar una mejoría en los aspectos de acuerdos de propiedad intelectual e industrial, presentando de igual manera unos números muy pequeños, que nos ha llevado a superar los 2,5 millones de euros en ingresos por licencias.
¿Qué diferencias hay entre la universidad en España y en el resto de Europa?
En Europa no todo es homogéneo, hay varias velocidades. Nosotros no estamos en la mejor posición de salida, pero sinceramente tengo muchas expectativas de cómo va a evolucionar la transferencia y la innovación basada en la investigación de las universidades en el corto plazo. Se hace muy necesario que la industria vea a la universidad como un socio estratégico en el desarrollo de sus productos y servicios basados en la I+D como fuente de competitividad y productividad. En la actualidad, posiblemente el gran déficit que presenta una estructura de financiación competitiva de la investigación y la transferencia es el que aporta el sector privado. La causa puede ser que no seamos lo suficientemente atractivos para sus necesidades, pero lo cierto es que hay miles de empresas que están consiguiendo grandes resultados de estas colaboraciones. Posiblemente hay que trabajar en la línea de involucrar a más empresas, por un lado, y en conseguir mayor actividad con las empresas con las que ya se colabora. Necesitamos que nuestros investigadores del sistema público, además de ver loable y reconocible socialmente la labor de transferencia, vean reconocida su carrera científica y, en ese momento -creo que lo hemos demostrado en otras áreas-, los españoles tenemos una capacidad camaleónica de adaptarnos, destacar y poder llegar a ser los mejores en algunas de las áreas de conocimiento en las que somos realmente muy punteros.
¿Cómo se presenta 2016 en cuanto al impulso en I+D por parte de las administraciones?
Se avecinan tiempos de cierta incertidumbre en las administraciones públicas en España. Esperemos que no rompan con las tendencias positivas que parecía que íbamos a tener en este 2016. La financiación de la Unión Europea está algo más clara y ahí las universidades estamos poniendo mucho esfuerzo para posicionar a nuestros grupos de investigación y generar proyectos de investigación que conlleven una alta capacidad de transferencia e innovación.
¿Cómo se puede fomentar la colaboración con las empresas?
Las empresas necesitan marcos de trabajo estables en los que proyectar sus inversiones en I+D+i, a la vez que rinden cuentas anualmente. Esta tensión por lograr objetivos a corto plazo e incertidumbre a medio y largo plazo hace que muchas no desarrollen todo el potencial que podrían tener en un marco de colaboración con la universidad. Por ello, desde la Universidad Autónoma de Madrid estamos trabajando para generar un ecosistema de confianza basado en la demanda empresarial y social para ofrecer soluciones a problemas reales. En este sentido, las OTRIs tienen una larga experiencia en desarrollar este tipo de trabajo y la legislación vigente permite el desarrollo de todo este tipo de actividades.
¿Cuál es el peso del sector exterior en la investigación contratada?
Aunque no disponemos de datos concretos, la percepción que tenemos es que es pequeña y en algunas materias inexistente. Las universidades tienen el reto de internacionalizarse, y las estructuras de transferencia también, intentando buscar oportunidades de colaboración más allá de nuestros espacios de trabajo habituales. En cualquier caso, nuestros mejores embajadores son los propios investigadores, que tienen una alta labor internacional -ya que la ciencia es internacional o no puede ser ciencia de calidad- y es a ellos a quienes tenemos que apoyar, y en ellos en los que tenemos que apoyarnos para desplegar todo nuestro potencial para atraer un mayor número de proyectos de investigación contratada más allá de nuestras fronteras.